viernes, 23 de mayo de 2008

No abusemos de las consecuencias lógicas

Las personas a las que no nos gustan demasiado los castigos, solemos hablar de consecuencias lógicas y naturales. Por ejemplo, si un niño no quiere ponerse un abrigo al salir a la calle, le decimos que de acuerdo, que lo llevamos y que cuando sienta frío lo pida. La consecuencia natural de no ponerse el abrigo en un día helado será sentir frío. Podrá experimentarlo y solucionarlo (también puede pasar que no sienta frío, al fin y al cabo, como leí en una ocasión, “un jersey es algo que te pones cuando tu madre tiene frío”). Es todo aquello que sucede de forma natural, sin intervención de nadie y que el niño puede experimentar y reparar. Son una buena oportunidad para trabajar la autorregulación. Si no se come si siente hambre, si no se duerme se estará más cansado...

En las consecuencias lógicas sí hay una intervención adulta y está relacionada directamente con la acción. Si por ejemplo mi hija me pide utilizar ella sola algo mío (pongamos un libro ilustrado de ésos que me gustan tanto) y me lo estropea, la consecuencia lógica es que yo no volveré a dejar que manipule mis libros hasta que esté preparada para no estropearlo, ya que me molesta que mis libros se estropeen. No es un castigo. Simplemente por un lado yo dejé que experimentara, que lo utilizara de forma independiente y de momento no es posible, así que seguiremos viendo mis libros juntos hasta que sí pueda hacerlo sola. En muchos casos la línea entre consecuencias lógicas y el castigo puede ser fina, así que por eso traigo este texto de Jane Nelsen, desde la página web de Eliana, Criar y amar


Traducción: Carmen Salinas y Lupe Fish

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Cuánto más productivo sería el proceso de crianza y educación de nuestros niños si apostáramos a la solución de los problemas en lugar de usar las “consecuencias lógicas” de sus actos.

Durante una junta en un salón escolar, se les pidió a estudiantes del quinto grado que pensaran en consecuencias lógicas para dos estudiantes que no escuchaban la campana al fin del recreo y llegaban tarde al salón. Esta fue la lista de sus “consecuencias”:

* Que escriban su nombre en el pizarrón.
* Que se queden después de la salida por el mismo tiempo que llegaron tarde.
* Quitarles esos mismos minutos de su recreo el día de mañana.
* Que no tengan recreo mañana.
* El maestro puede gritarles.

Se les pidió a los estudiantes que se olvidaran de esas consecuencias y pensaran en soluciones que podrían ayudar a los estudiantes a no llegar tarde. La siguiente es la lista de sus soluciones:

* Alguien puede tocarles el hombro cuando la campana suene
* Todos pueden gritar juntos, “la campana!”
* Los estudiantes pueden jugar más cerca de la campana.
* Los estudiantes pueden poner atención en los otros estudiantes para darse cuenta cuando se termina el recreo.
* Ajustar la campana para que suene más fuerte.
* Pueden escoger un amigo para que les recuerde que es tiempo de regresar al salón.

La diferencia entre las dos listas es profunda. La primera parece y suena como un lista de castigos. Se enfoca en el pasado y hace que los niños “paguen” por sus errores. La segunda lista parece y suena como un lista de soluciones que se enfoca en “ayudar” a los niños a que sean mejores en el futuro. Se enfoca en ver los problemas como oportunidades para aprender. En otras palabras, la primera lista está diseñada para lastimar, y la segunda está diseñada para ayudar.

En la primera lista, los niños tratan de disfrazar castigos llamándoles consecuencias lógicas. ¿Por qué hacen eso? ¿Es esto lo que quizás están aprendiendo de los adultos? Las cuatro R’s de las consecuencias lógicas (relacionado, respetuoso, razonable y revelado con anticipación) fueron concebidas con la meta de poner un fin a que las consecuencias lógicas sonaran como castigo, pero no han eliminado el problema totalmente.

¿De dónde hemos obtenido la idea loca de que para que los niños se porten mejor primero hay que hacerles sentir mal? Cuando la gente escucha esta frase del libro Disciplina Positiva usualmente se ríen al darse cuenta que esto no tiene ningún sentido. Sin embargo, cuando esto se aplica, parece que los padres de familia, maestros y estudiantes tienen dificultad en aceptar la idea de que la gente se porta mejor cuando se sienten mejor.

Por ejemplo, a muchos maestros les gusta el número 1 y 2 de la primera lista, (que se queden después de la escuela o quitarles tiempo del recreo al día siguiente). Es verdad que estas sugerencias están relacionadas, son razonables y pueden ser enforzadas con respeto y ser reveladas con anticipación. Sin embargo, todas se enfocan en hacer que el estudiante pague por un error de el pasado en vez de buscar una solución para resolver el problema en el futuro. En otras palabras, están diseñadas para que los niños se sientan mal con la esperanza de que esto les motive a que se porten mejor - al menos de que sean adictos a la aprobación. Pero al contrario, los motiva a ser rebeldes, a vengarse o ser más cuidadosos para que no los agarren la próxima vez.

Kay Rogers, una maestra que recientemente se retiró de la escuela Sharon en Carolina del Norte dijo, “Después de haber escuchado de la posibilidad de enfocarse en las soluciones en vez de las consecuencias, fue el hábito más dificil de quebrar. Toda mi vida había creído que los niños aprenden algo al ser castigados - al menos de las consecuencias. Puedo ver ahora cómo yo y mis estudiantes disfrazábamos castigos llamándoles consecuencias - aun cuando las consecuencias no eran tan duras como algunos castigos. Tuve que aprender la eficacia de enfocarse en las soluciones junto con mis estudiantes. Todos nos sorprendimos con la diferencia en nuestro salón. El nivel de respeto y cuidado entre todos se multiplicó diez veces. A los estudiantes les agradaba ver su nombre en la agenda porque sabían, como nos dice Jane Nelsen, que tendríamos un salón lleno de consultantes para dar a otros sugerencias valiosas. Las soluciones que encontraban eran mucho más eficaces en cambiar el comportamiento que todas la cosas que había intentado en el pasado.”

Esto no significa que las consecuencias lógicas no pueden ser eficaces cuando se las entiende y usa apropiadamente. Esperamos que el capítulo en Consecuencias Naturales y Lógicas en la nueva edición revisada de Disciplina Positiva pueda ayudarles. Sin embargo, las consecuencias lógicas no se necesitan tanto y son más bien una posibilidad. Rudolph Dreikus nos enseñó que las consecuencias lógicas son eficaces SOLAMENTE cuando la meta del mal comportamiento es la atención inadecuada (y también son solamente una opción para esta meta). Muchos adultos buscan una consecuencia lógica para “castigar” cada comportamiento. Buscar soluciones para el problema es mucho mas eficaz en casi todas la situaciones.

Muchos maestros han cambiado y ahora enseñan las tres R’s y una A para las soluciones. Que sea Relacionado, Respetuoso, Razonable y Ayude. Una vez que los estudiantes piensen en soluciones para el problema, es sumamente importante dejar que el estudiante individualmente escoja la solución que él o ella piensa será la que mejor le ayude. Se debe de votar solamente si el problema envuelve a toda la clase.

Por supuesto que enfocarse en la solución del problema en vez de las consecuencias es más eficaz en el hogar también. Un padre de familia dijo, “No puedo creer cuántas batallas de poder creamos cuando yo trataba de imponer las consecuencias lógicas. Ahora que nos enfocamos en encontrar una solución a los problemas, tenemos un hogar con más paz.”

El capítulo sobre las consecuencias lógicas en el libro Disciplina Positiva explica cuándo y cómo se usan las consecuencias lógicas eficazmente. Sin embargo, en la mayoría de los casos, es más fácil y ayuda mucho más enfocarse en las soluciones.