miércoles, 14 de enero de 2009

MIEDOS INFANTILES ENTRE LOS 3 Y LOS 4 AÑOS

Hoy me ha dado por ahí, jeje. Este texto es de Itziar Franco Ortiz y lo he cogido también de dormir sin llorar. Hacía mucho tiempo que quería poner los dos, porque aunque Laia aún no ha tenido fases de miedos sí he notado que hemos transformado algún monstruo en un ser para reirse de él a base de spray para monstruos y demás truquis que venían en el texto anterior. En su momento me gustaron mucho, sobre todo porque la tendencia es a negar el motivo del miedo y es cierto que se vence antes si se reconoce, si no se niega y se les acompaña en elaborarlos.

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La bruja pirula, el gigante malvado, el coco o el lobo feroz... La imaginación desbordante de los niños de 3 y 4 años convierte a estos personajes en verdaderas amenazas para su integridad física. Los monstruos acechan debajo de la cama o esperan agazapados en esa esquina oscura llena de sombras inquietantes. Las pesadillas y los sustos son el pan de cada día. Pero dentro de cada niño también hay un Sastrecillo Valiente. Sólo necesita un poco de ayuda para salir a la superficie.

El miedo funciona como una alarma que nos evita correr riesgos innecesarios. Los niños que no tienen miedo de nada cruzan la calle sin mirar, se cuelgan de cualquier sitio sin evaluar el peligro que comporta, se separan de los padres sin temor a perderse, se atreven con todo sin saber si están preparados, llegando a poner en peligro su propia vida o la de los demás. Un niño sin miedo es un peligro. Pero hay pocos niños que no tienen miedo y muchos más que sufren exceso de miedo.

Hacia los cuatro años la mayoría de los niños tienen miedo de la oscuridad, de separase de sus padres, de la sangre, las enfermedades y sobretodo de los seres imaginarios y de las personas disfrazadas: su explosiva imaginación llena el mundo de brujas, monstruos, princesas, dragones, espadachines y piratas. Es una etapa muy buena para utilizar los cuentos como ayuda para superar los miedos, aunque haya gente que utilice esta información precisamente para lo contrario, para crear miedos.

Que viene el coco o el mal uso del miedo

Los niños, como cualquier persona, evitan acercarse a aquellas situaciones que les dan miedo. Su imaginación es, durante esta edad, una máquina muy potente. Por eso es tan efectivo utilizar el miedo para evitar una conducta que no se desea. Nuestro hijo, bajo la amenaza del coco, el cuarto oscuro, el hombre del saco o la bruja pirula, se comportará como un santo. Pero ¿sabemos realmente lo que estamos haciendo? Muchos padres utilizan la técnica de "meter miedo" para que sus hijos se comporten de una determinada manera. Pero es muy diferente explicar que hay cosas peligrosas que no deben hacerse, que utilizar y crear miedos para controlar la conducta de los hijos a lo que los padres desean. Y eso no está bien. El recurso al miedo para controlar el comportamiento infantil es una práctica educativa muy inadecuada y peligrosa. Funciona al momento, pero a largo plazo puede desarrollar problemas muy serios: fobias, ansiedad y angustia que pueden no superarse nunca. De la misma manera, los castigos no pueden ser generadores de miedos. Nunca debemos castigar a nuestro hijo haciéndole pasar un mal rato como el de enfrentarle a algo que le dé miedo.

Miedo a las personas disfrazadas

Los personajes malos de los cuentos infantiles o de la cultura popular provocan un gran impacto en los niños de estas edades, sobretodo si se los encuentran físicamente y de forma brusca, ya sea en una persona disfrazada o en una película del cine o de la televisión. Su desbordante imaginación y la línea no demasiado clara entre la realidad y la ficción hace que, toparse con la bruja mala pueda convertirse en una experiencia aterradora.
Por eso, es muy importante evitar los sustos y las bromas y preparar al niño si vemos que, durante Carnaval por ejemplo, puede toparse con este tipo de personajes. Darle la mano, proporcionarle seguridad y protección y hacerle ver la diferencia entre la realidad y la ficción son buenas pautas a seguir.

Miedo a la oscuridad

Uno de cada tres niños tiene miedo de la oscuridad. Desaparece alrededor de los 9 años. El miedo a la oscuridad muchas veces se asocia a las pesadillas que tienen lugar durante la noche, y que son de contenido desagradable o amenazador para el niño: alguien lo persigue y está solo sin saber qué hacer, corre pero no lo suficientemente deprisa, se cae por un precipicio, etc. Las pesadillas acostumbran a aparecer entre los 3 y los 6 años. La mayoría de los niños supera el miedo a la oscuridad, pero en algunos casos persiste durante largo tiempo. Durante esta edad es importante potenciar a través de cuentos, canciones y juegos, el contacto agradable y positivo con la oscuridad.

Se deben evitar las películas y cuentos infantiles que relacionen a los malos con la oscuridad, las amenazas de castigos en el "cuarto oscuro" y las bromas desagradables. Por el contrario, es bueno practicar juegos divertidos en la oscuridad (la gallinita ciega, sombras chinescas, regalos escondidos en la oscuridad, el escondite, etc.), enseñar al niño el encanto de la noche, de las estrellas y de la ciudad iluminada, acostumbrar al niño a dormir a oscuras y, si tuviera pesadillas, intentar consolarlo con la luz apagada (para evitar que relacione oscuridad con pesadillas y luz con consuelo). A veces, un piloto luminoso puede ser útil para evitar la oscuridad total y poderse levantar de la cama si es necesario.

Miedo a la separación

Nuestro hijo ya ha empezado la guardería o está a punto. Esa vivencia será para él una separación forzosa ya que, de golpe y porrazo, se verá obligado a pasar largas horas lejos de sus padres. Por eso los padres debemos preparar a nuestro hijo para que viva la experiencia de la separación de la manera menos traumática posible. Lo mejor es favorecer su autonomía e independencia.

La autonomía de nuestro hijo se promueve reforzando su comportamiento independiente, curiosidad intelectual, responsabilidad, etc. ¿Cómo hacerlo? Respetando aquellas decisiones que él tome y que sean posibles: "Quiero quedarme a dormir en casa de David", "No, yo me pongo los zapatos solo, que ya sé", "Déjame a mi apretar el botón del ascensor", etc.

Debemos evitar las conductas sobreprotectoras o los sentimientos de miedo, tristeza, ansiedad, etc. respecto a nuestro hijo. Es importante que los padres aprendamos a controlar estas emociones ya que lo único que conseguimos es contagiárselas al niño. Pensar que la sobreprotección es una pauta educativa errónea y muy nociva para el niño, nos ayudará a evitarla y a apostar más por la independencia de nuestro hijo.

Miedo a la enfermedad

Los niños en edad preescolar tienen un miedo horroroso a hacerse daño, a las heridas, a ver sangre… Consumen más tiritas durante este periodo que en el resto de su vida. Normalmente los niños con estos miedos tienen algún familiar que sufre con lo mismo. Es un tipo de fobia que se contagia rápidamente.

Si nuestro hijo ha de ser hospitalizado, es muy normal que le asusten palabras como cirugía, dolor, anestesia, etc. Se recomienda que los padres mantengan una actitud serena y tranquila en la que el niño pueda apoyarse y sentirse seguro. También es muy aconsejable explicarle claramente lo que van a hacerle los médicos, qué es la anestesia, que le darán pastillas para que no le duela, desdramatizando la situación pero con la máxima claridad. Está comprobado que el grado de ansiedad que pasa un niño en el hospital es mucho menor si se le explica lo que le va a suceder.

Para que nuestro hijo no desarrolle miedos gratuitos o infundados, evitaremos todo tipo de bromas y amenazas que hagan referencia al mundo médico-hospitalario: "Cómo te portes mal te llevo al médico a que te ponga una inyección", "Mira que aviso al doctor", "Ay que tendremos que ir al hospital…"

Emociones que vencen al miedo

Existen emociones contrarias al miedo que resultan ser los mejores aliados para luchar contra él: nos referimos a la alegría, la seguridad, el humor, el enfado, la rabia o la risa. Enseñar a nuestro hijo a enfrentarse a sus miedos de la mano de alguna de estas emociones, resulta muy eficaz. Si nuestro hijo tiene miedo a la oscuridad, podemos enseñarle a contraponer otra emoción ante ese miedo. Por ejemplo, sentir rabia hacia el objeto que teme puede ayudarle a enfrentarse a él. Entrar en una habitación oscura sintiendo rabia o risa tonta, enfadarse con la oscuridad y con los personajes que imagina o burlarse de ella, son actitudes inteligentes. Incluso podemos teatralizarlo e inventar una historia: que Juan entra en una habitación acompañado de un poderoso guerrero que se llama Ira o Risa, capaz de vencer al Miedo porque es mucho más fuerte. Estas historias ayudarán a nuestro hijo a superar sus miedos y a sentirse de lo más aliviado si consigue reírse dentro de una habitación a oscuras.

También es importante ayudar al niño a crear frases o imágenes mentales de valentía y coraje que le ayuden a enfrentarse a la situación que teme. Es muy diferente entrar en un cuarto oscuro pensando "me van a atacar" o "me voy a encontrar monstruos malos", que pensar "soy muy valiente y puedo hacerlo muy bien" y "soy capaz de quedarme a oscuras". Los primeros mensajes hacen que el miedo cada vez sea mayor, llegando incluso a paralizar. En cambio los segundos ayudan a mantener el miedo a raya y pueden ayudar a disminuirlo.